Las mudanzas suelen provocar una doble sensación en quienes las protagonizan: por una parte implica una ilusión por comenzar a vivir en otro sitio, pero por otra conlleva también algo de miedo y pereza por lo latosos que suele resultar el proceso. No solo hay que preparar todas las cosas que hay que llevarse de la antigua casa, sino que además hay que transportarlo a la nueva, desembalarlo y, si hay suerte y todo encaja, comenzar con la colocación.
Lo anterior puede simplificarse pidiendo presupuesto de mudanzas a las diferentes empresas que lo ofrecen, aunque con la crisis actual, no siempre es posible pagar ese servicio. Toca entonces llevar a cabo la tarea sin ningún tipo de ayuda, lo que a menudo provoca estrés y malos tragos, algo que sufrimos nosotros… y nuestros perros, sobre todo los más mayores (a partir de los 7-8 años).
Si tienes que hacer una mudanza con perro, has de saber que las primeras semanas tu mascota puede mostrarse nerviosa y desorientada, estar un poco más arisca o asocial y especialmente reacia a quedarse sola en casa.
Para facilitar la adaptación de tu perro en las mudanzas puedes poner en práctica estas pautas:
- Es recomendable que lleves al perro a la nueva zona donde vas a vivir días antes de que empiece el festival de las cajas que van y vienen.
- Las rutinas del perro, ahora más que nunca, deben permanecer. El perro encuentra repentinamente muchos cambios, cosas que ya no están, otras que se cambiaron de lugar, cajas que aparecen por todos lados… Para tu perro la rutina (principalmente horarios de paseos y comidas) es algo que le
hace sentir seguro, sabe lo que viene y no está expectante a ver qué pasará en cada momento. - Una vez estés en la casa nueva, debes aprovechar los ratos libres para pasear por los alrededores de la zona de residencia. Que la conozca, que escuche los nuevos ruidos, huela los nuevos olores…